CIERTOS AHOGOS DE LAS LUCES [Para Josefina Montes, naturalmente]
La mansión de la intelectualidad pide a gritos que se le abran de par en par los ventanales. No estaría de más que en ella penetrase un poco de olor a tierra, a asfalto, a herrumbre o a semen de lejanas y venideras génesis de pensamiento natural y rudimentario. La gracia, el donaire y la desprevención del instante sobrevenido, sin querer, obrarán el milagro de la creación honesta.
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