El hombre del piso de arriba que importuna a todas horas con su "lettera 32" le dijo a mi madre que no sabía hacer otra cosa que asordar la habitación del espeso silencio en la que trabajaba.
-¿Y eso es escribir o machacar las teclas? -preguntó ella.
- ...
-Pero, oiga -espetó mi madre al silencio respondedor-, el ruido lo hacen los escritores con la carne magra de las palabras, no con los huesos de las máquinas de escribir.
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