divendres, 27 de juny del 2014

DE SURESNES A MADRID EN 40 AÑOS

Felipe González, el “Isidoro” de 1974 en la francesa Suresnes, acaba de declarar tras la proclamación de Felipe VI, y ya como “jarrón chino” con todas las de la ley, que hoy, especialmente hoy, quiere enviar toda su solidaridad a “la roja” (léase “roha”, aspirando la hache). González, político cuyos aciertos en la gobernanza de España probablemente superen a sus muy señalados errores, ha sufrido un paulatino proceso de decoloración ideológica y moral durante los últimos cuarenta años. Tras abjurar del marxismo y abrazar el capitalismo (“prefiero morir apuñalado en el metro de Nueva York que vivir en una dacha o de aburrimiento en las seguras calles de Moscú”, llegó a afirmar); tras renegar de cuanto le recordase a clase obrera, revoluciones, sociales o conyugales; tras esconderse en el “señor X” y no dudar en echar a los pies de los caballos, o a los suelos carcelarios, a quienes practicaron la guerra sucia en su nombre; tras convertirse, como tantos otros al juancarlismo paquidérmico y rezar laicamente; tras aceptar aburrirse –ahora sí- en algún consejo de administración a cambio de ciento veinte mil euros, el bueno de Felipe González rescata de su vocabulario trasnochado la palabra solidaridad para referirse al fracaso de unos millonarios futbolistas que no han sabido hacer bien su trabajo. ¿Y si le pide apoyo a san Isidoro con las etimologías? “Pongamos que hablo de Madrid”, dice la archiconocida canción de Sabina, de Madrid, de Madrid… Infausto día el de hoy en Madrid. Vaya mi solidaridad -mi adhesión, sí- con el sufrimiento de tantos madrileños ignorados por el teatro real.

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