dijous, 30 d’abril del 2015

HILEMORFISMO Y SUCESIÓN

"En el día de hoy, cautivo y desarmado el Ejército Rojo, han alcanzado las tropas nacionales sus últimos objetivos militares. La guerra ha terminado" (1 de abril de 1939). Fernando Fernández de Córdoba no previno a nadie contra el fin de la guerra, cuyo reverso de paz -la paz de los cementerios- iba a ser más cruel si cabe que la propia contienda-. Una guerra sucedió a otra, pues; una paz purulenta se alojó en la dolida o huérfana carne de la guerra fratricida. Lo que fueron y lo que parecieron los españoles de entonces ni en la memoria está, raptada de inmediato por los eternos vencedores. Transición del miedo; monarquía para una falsa equidistancia, burladora además de la voluntad republicana; Alianzas y Partidos Populares; partidos socialistas sin socialismo en los estatutos ni en las carteras de los obreros; soluciones finales con photoshop; Rajoys que rajan y rajan; Españas que bajan y bajan, abortan y abortan (en las clínicas privadas y de forma oficiosa), renuncian y matan... La sucesión fue, es, sigue siendo espeluznante. De hombre es la materia que informa a quienes, pareciéndolo, nunca podrán serlo en la España carpetovetónica y franquiciada por la negritud del catolicismo genocida.

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