dimarts, 19 de maig del 2015
ALBERTO, CORAZÓN DE MELÓN, DE MELÓN, MELÓN, MELÓN, CORAZÓN...
Alberto Fernández Díaz, candidato del PP a la alcaldía de Barcelona, nos dice a través de la radio que no quiere que en la ciudad condal se edifique una gran mezquita. Hermano de Jorge, actual ministro del Interior y deportador in péctore o vocacional cuando encabezaba el Gobierno Civil de Barcelona, Alberto, muy grave él, debe de haber olvidado seguir la ortodoxia constitucional en materia de derechos, deberes y libertades. El Título I de la Constitución española de 1978, dedicado a los derechos y deberes fundamentales, dice en el artículo 13.1 que "los extranjeros gozarán en España de las libertades públicas que garantiza el presente Título en los términos que establezcan los tratados y la ley". Dentro del mismo Título, el artículo 16.3 afirma que "ninguna confesión tendrá carácter estatal. Los poderes públicos tendrán en cuenta las creencias religiosas de la sociedad española y mantendrán las consiguientes relaciones de cooperación con la Iglesia Católica y las demás confesiones". Xenófobo, razista, "popular" hasta la médula de La-Moncloa-pro-El-Pardo, Fernández Díaz, más carpetovetónico que nunca explica en un castellano de abarquero la política de limpieza social que pretende abordar si los ciudadanos (no sé cuántos quedarán libres de sus sospechas) le encumbran a la alcaldía de la gran "capital española". ¿Se le podrá decir con naturalidad "que dios reparta suerte" sin que nos pregunte a qué dios nos referimos y sin que nos reponga que no es ningún dios sino la ciudadanía la que tiene la última... papeleta?
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