dilluns, 18 de maig del 2015

EN EL PROPILEO, PREPARANDO UNA VISITA CON BESO DE JUDAS

Conviene a algún conocido mío, que a familiar no llega, la lectura de estos versos escalofriantes de César Vallejo en "España, aparta de mí este cáliz": (XI) "Miré al cadáver, su raudo orden visible/ y el desorden lentísimo de su alma;/ le vi sobrevivir; hubo en su boca/ la edad entrecortada de dos bocas./ Le gritaron su número: pedazos./ Le gritaron su amor: ¡más le valiera!/ Le gritaron su bala: ¡también muerta!// Y su orden digestivo sosteníase/ y el desorden de su alma, atrás, en balde./ Le dejaron y oyeron, y es entonces/ que el cadáver/ casi vivió en secreto, en un instante;/ mas le auscultaron mentalmente, ¡y fechas!/ lloráronle al oído, ¡y también fechas!" Y un poco más -ahora de "Poemas humanos"-, por si se amuela, o precisamente para ello: "¿Quién no tiene su vestido azul?/ ¿Quién no almuerza y no toma el tranvía,/ con su cigarrillo contratado y su dolor de bolsillo?/ ¡Yo que tan sólo he nacido!/ ¡Yo que tan sólo he nacido!// ¿Quién no escribe una carta?/ ¿Quién no habla de un asunto muy importante,/ muriendo de costumbre y llorando de oído?/ ¡Yo que solamente he nacido!/ ¡Yo que solamente he nacido!// ¿Quién no se llama Carlos o cualquier otra cosa?/ ¿Quién al gato no dice gato gato?/ ¡Ay, yo que sólo he nacido solamente!/ ¡Ay, yo que sólo he nacido solamente!"

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