dilluns, 7 de desembre del 2015
RANCIEDAD
Desde hace solo unas horas, el fundo patrio se halla en campaña electoral. Durante las dos próximas semanas, el ibérico terruño cederá su espacio y su firmeza a los actores -componedores unos, extras los más- de tan fatal y casi siempre nefanda feria. Medio mes de agitaciones, carreras, promesas de promesas, sonrisas, risas, abrazos, empolvoramientos meritorios y espolvoreos lúdico-mágicos. Días en que la razón zozobrará en el salivoso mar de las inmoralidades, las felonías, las injurias, los viles “si-no-cumplo-no-me-vuelva-usted-a-votar”. Jornadas en que nadie se atreverá a pronunciar la sentencia de aquel “Don Fabrizio” lampedusiano que asegura que “mientras hay muerte hay esperanza”, porque en muerte, en muertes nos estamos doctorando, y ya no solamente en la de los parias de otros continentes. Dilatadísimas horas en que acordar contubernios en el familiar escenario del patio de monipodio levantado frente a las narices del vulgo, al que, con Lope, conviene hablarle en necio. Tiempo de un imposible silencio, pero de un estruendoso silencio a la vez, miserable, clandestino, roedor. Tiempo sin tiempo. Realidad so capa de ficción realista. Engaño, a secas. Feria, dije, indiscreta feria por donde, si se enciende la televisión o la radio o se hojea y ojean las páginas de cualquier diario, aparecen volatineros; funámbulos; voceadores de suertes; justadores destrísimos sobre caballos o editores de certero gusto; sisadores de esperanzas umbilicales; franquistas de nuevo cuño que escriben o mandan escribir francas memorias que exigen acabar con los deudos de los “pacos” africanos; franquistas de toda la vida y la muerte que desde la subvencionada fundación que lleva el nombre del tirano viven, viven, viven soñando con una “solución final” a la española para la libre circulación y el pensamiento autodeterminista de los del este, y que mueran, mueran, mueran esos jud…, polac…, cata… ¡jones! Guirigay como este del gusto de los levantiscos nunca se ha visto, y extremo opuesto es del unitario asentir callando, sin querer, de los tiempos del Santo Oficio. Mas la palabra robada al populacho la manipulan periodistas como dios manda y los que mandan su majestad y las altas instancias empresariales, aunque no faltan los plumíferos evolucionistas de pasmoso éxito que organizan excursiones semanales a los predios del entendimiento y de la decencia ontológica aplicada al sinvivir, no de los patricios sorprendidos en crasos yerros, sino de los ciudadanos corrientes y molientes -esto es, los de las papeletas en las urnas, los del dinero en los bancos, los de los enfermos en las listas de espera, los de los muertos en las de los que ya no esperan- quienes más por lerdos que por recatados o indispuestos toman el ejemplo a pies juntillas para su uso en apartes intencionados en la barra de los bares o en, una vez más, francos diálogos en los términos que la beodez marque. Comparecen también -politiquería de politicastros- matusalenes de partido mitologizados en fotografías, o más bien daguerrotipos portados por bisoños y barbilampiños epígonos muy afectados o “demostenesíacos”; izquierdosísimos plañidores del desencanto y la carencia, revolucionarios del “prêt-à-porter” ideológico que se exilian modernamente de forma discontinua en las níveas cumbres hispanas y para no remedar al esforzado “Sísifo” con igual quebranto físico se ayudan de "forfaits" a precio indeterminado; jueces exonerados de jurisprudencias; religiosos abjuradores por unos días de doctrinas no traducidas al sueco de multinacional sueca. Completan la feria los que al cabal debieran abrirla; a saber, feriantes y paseantes, paganos estos últimos con moneda o carencia de todo género; merodeadores homúnculos o mastuerzos; extranjeros malos y extranjeros buenos; musulmanes malos y musulmanes buenos; españoles buenos y catalanes malos; espanyols dolents i catalans bons i molt europeus; así como exconvictos de guerras recientes portadores del virus de la inhumano-deficiencia adquirida en bodeguillas gubernamentales o en intimidades aznarianas de la época de “los calzones azules”. Y como colofón dador de sentido, la admonición presidencial por medio del lenguaje castrense: ley, orden y concierto, unidad, grandeza y libertad. La “hoja de servicios”, inmaculada, es decir, sin servicios anotados. Rajoy dixit, y aclaman Sánchez y Rivera, tándem “offsider” de Estado, en presencia de aspirantes descartables muy interesados en administrar la miseria circundante… y sus caudales, claro. Rancio, todo muy rancio.
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