dijous, 14 d’agost del 2014
TRADUCIR SIN TRAICIONAR: EL EJEMPLO DE VENTURA SELLA
El humanista sitgetano Ventura Sella i Barrachina nos acaba de obsequiar con una magnífica traducción al castellano de una regla monástica latina. Se trata de la "Regula cuiusdam patris ad uirgines", también conocida como "Regula Waldebertis", incluida en el "Codex Regularum" de san Benito de Aniano. El texto, que constituye una separata de "Nova et vetera", revista a cargo de Benedictinas de Zamora, consta de veinticuatro capítulos en los que se pormenoriza el orden interno que debe regir en el monasterio femenino. El trujamán Ventura Sella, hombre que acostumbra a mostrar más que a aleccionar, a compartir más que a competir, da a la Regla lo que de ella es, pero no se olvida del curioso lector que, seguramente ajeno a los delicados o difusos términos de la fe, se interesa por vez primera en tales asuntos. Es por ello que huye del lenguaje alambicado y se vale de un castellano equitativo e incluyente que a quien leyere satisfaga o baste. Ventura, un auténtico arqueólogo del conocimiento, expone de forma aséptica preceptos que en otros se presentarían como proposiciones inapelables y, por tanto, excluyentes. Buen ejemplo es el capítulo XVI, el relativo a "los hechos que ocurren por negligencia o por casualidad". Mediado el mismo, quedamos advertidos de que "si en lo pequeño no se corrige el vicio de la negligencia, la mente, viciada por estas culpas leves, se irá deslizando hacia delitos mayores". Ventura, cuya lengua vernácula es el catalán, se aplica a sí mismo la letra y obra lo que en su casa llamarían "un ou de tres vermells"; esto es, un prodigio -y más en los días que corren-, el de amar las palabras y las ideas en libertad como a los hombres debe amarse.
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