dilluns, 16 de febrer del 2015
LA SOCIEDAD DE LOS VALORES Y LA BUENA EDUCACIÓN DEL SOCIO SOBERANO
Viva el satisfecho socio la actuación del hombre sobre el césped; fulge su rostro carmesí, se siente generoso. El nombre de Dios -que no es para él uno con el Cristo- quiere decir cuando el del hombre dice. Toda loa es poca, el deliquio es extremo. Pero, para que el goce sea supremo, a un inventado anticristo demuele o menoscaba a voces; escarnece, injuria y difama al que en otros verdes al egotismo de otros enaltece. Disuelta la asamblea, los fingidos pares infieren lecciones morales camino de sus negocios y sus intimidades.
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