dimarts, 11 de febrer del 2014
PUIG ANTICH Y EL FRANQUISMO
Una prueba más de la pervivencia del franquismo en los órganos rectores de la sociedad española es la depuración de los osados magistrados que intentan justiciar sus acciones criminales y a sus actores. Los carpetovetónicos valedores de los símbolos patrios, el nombre de cuyos augustos antecesores figura en infinidad de plazas, calles y avenidas de toda España (¡dígase, por favor, con enfático ardor guerrero!), han logrado, mediante sus políticas de idiotización social, establecer como verdad la sangrante equidistancia en lo tocante a la responsabilidad de la sublevación militar del 18 de julio de 1936 y sus consecuencias, a saber, la guerra fratricida y una represión asesina sin precedentes. Sentada su mentira; establecido como condición sine qua non el olvido a fin de mantener la mal llamada paz social; o sea, desvirtuada la historia por medio de la emasculación memorística y notarialmente convenida tras referéndums dirigidos, ahora hemos de acudir a las instancias foráneas para defender a nuestros muertos y nuestra auténtica historia. Es el caso de las víctimas republicanas de la guerra iniciada por los genocidas "nacionales" y de Salvador Puig Antich, ejecutado por las autoridades franquistas de 1975 y vetado por la justicia franquista de la "democracia". Hasta Argentina ha habido que ir, como el que va a Pamplona, mas no con una bota y un calcetín, sino con la contundencia de testimonios, hechos contrastados y razones universales para reclamar la justicia que los asesinos y sus cómplices niegan en redondo. Digamos limpia y fieramente, Salvador, víctimas del franquismo, ¡PRESENTES!
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