APRENDER A APRENDER
Aún recuerdo la cara de perplejidad (¿o era compasión?) de mis compañeros de equipo de fútbol del colegio. "Tengo que aprender a perder la pelota", les decía después de cada punterazo a ninguna parte. Mi miedo no era el suyo, ni tampoco compartíamos final: yo aún sigo jugando el partido del aprendizaje.
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