EN EL SILLÓN DE LA ESPERA
Si el gesto paraliza, la boca no cierra, los ojos no abre, los oídos alerta; si compone el retrato de la muerte con ignorada viveza y aprendida tristura; si juega con el drama atisbando la tragedia; si el juego de valencias cambia a tenor de la referencia final, ¿qué podemos reprocharle a quien no puede torcer el tiempo como quien vuelve la esquina tantas veces que ya no hay sorpresa en el otro lado?
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