"NO HAY MAL QUE POR BIEN NO VENGA"

Hoy se cumplen cuarenta años del atentado mortal del almirante Luis Carrero Blanco, a la sazón primer presidente del gobierno de España durante la dictadura franquista. La comisión del asesinato se atribuyó desde el primer momento a ETA, pero pronto se extendió la especie de que tamaño magnicidio sólo podía relacionarse con el núcleo duro del propio Movimiento Nacional. El llamado hombre fuerte del Régimen, avalador del príncipe Juan Carlos de Borbón como candidato a la sucesión del general Franco, había concitado en los últimos meses las envidias de los "camisas viejas", cuyos nervios estaban a flor de piel ante la cercanía del "hecho sucesorio". La frágil salud del dictador, quien acababa de cumplir 81 años, estaba obligando a la cúpula militar a tomar posiciones. La muerte del almirante Carrero, muy televisivamente sentida por Carmen Polo, la consorte de Franco, quien no ocultó las lágrimas, principió el largo camino hacia la muerte del general, quien, bien por sí, bien por imposición de terceros, sentenció de forma enigmática que "no hay mal que por bien no venga".