"Noble y vulgar.- Los caracteres vulgares opinan que todos los sentimientos nobles y generosos carecen de sentido y, por tanto, son, sobre todo, inverosímiles: cuando oyen hablar de estas cosas, guiñan de inmediato los ojos, como queriendo decir: 'Seguramente, tiene que existir alguna ventaja detrás de todo ello; uno no puede descifrarlo todo'. Ellos sospechan del noble, como si éste buscara algún tipo de ventaja a través de caminos furtivos. Ahora bien, si se convencen con toda seguridad de que no hay presencia alguna de tales intenciones egoístas o ganancias, en ese caso consideran que el noble es una especie de loco: lo desprecian por sentir alegría y se ríen del brillo de sus ojos. '¿Cómo puede alguien alegrarse de estar en desventaja? ¿Cómo puede alguien desear con los ojos abiertos estar en clara desventaja? ¡Tiene que haber una enfermedad de la razón ligada al efecto noble!' Esto es lo que ellos piensan mientras miran despreciativamente, mientras desdeñan la alegría que el demente tiene con su idea fija. El carácter vulgar se define en gran medida por no querer nunca perder de vista su ventaja, así como por la posición central que asume su idea de fin y de ventaja como el más fuerte de sus instintos; no permite a esos impulsos realizar acciones que no se ajusten a un propósito: he aquí su sabiduría y su orgullo."
Libro I, 3, de "La gaya ciencia", de F. Nietzsche
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