dijous, 22 d’octubre del 2015

EL PENSADOR

A primera hora de la mañana, el perro de mi vecino parecía pensar -y pensar en algo triste, además- mientras intentaba exonerar el vientre con manifiesta dificultad delante de nuestro edificio. No le iba en zaga el dueño, cuyas ínfulas de perito en balcones y terrazas afirmaban su elegante traje y los braceos inteligentes que todo hombre trajeado ejecuta. "Parece que hoy no va a llover", le digo al de aéreo perfil, pero sin apartar la vista del taciturno o esforzado pensador cánido. "Que digo que...", me atrevo a insistir. "¡Lo que le gusta hablar a la gente!", me interrumpe de mala gana, como de vuelta de un mundo más elevado que el que nos ha tocado en suerte a los tres. "No, si lo decía pensando en la deposición que 'José Luis', aquí presente, va a dejar en el suelo", aclaro. "No creas, no, me temo que hoy habré de aplicarle un laxante; y es que los del súper ese, el 'Mercamonas', se están luciendo últimamente con la comida para estas criaturas". A continuación, una liberadora y oportuna ventosidad instauró el silencio antes de que mi vecino y yo buscáramos en la acera la inspiración para otros diálogos y nuevos pensamientos.

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