dimecres, 14 de desembre del 2016

EL CANTADO AQUÍ FUE, SIGLOS ANTES, UN VASALLO CUYO SEÑOR JAMÁS HUBIERA LUCIDO LOS GALONES MORALES DE CAPITANÍA ALGUNA

"¡Oh, Capitán, mi Capitán! Ha terminado el proceloso viaje./ El barco ha salvado todos los escollos, y hemos ganado el premio que perseguíamos./ El puerto está cerca, ya oigo las campanas, la gente proclama su júbilo./ A la firme quilla siguen los ojos, al navío porfiado y audaz./ Pero, ¡oh, corazón, corazón, corazón!/ Oh, rojas gotas de sangre/ donde, en cubierta, yace mi Capitán,/ frío y muerto./ ¡Oh, Capitán, mi Capitán! Levántate y escucha las campanas./ Levántate: por ti ondea la bandera; por ti suena el clarín;/ por ti, los ramilletes y las guirnaldas engalanadas; por ti, el gentío que se agolpa en la orilla;/ a ti te llama la marea humana; a ti vuelven sus rostros anhelantes./ ¡Aquí, Capitán, padre querido!/ ¡Que tu cabeza descanse en mi brazo!/ Ha de ser un sueño que en la cubierta/ hayas caído, frío y muerto.// Mi capitán no responde; sus labios, lívidos e inmóviles./ Mi padre no siente mi brazo: no tiene pulso ni voluntad./ El barco ha anclado, sano y salvo: su travesía ha concluido./ Del proceloso viaje el barco arriba, victorioso, con su trofeo./ ¡Exultad, oh costas! ¡Repicad, oh campanas!/ Pero yo, con paso fúnebre,/ camino por la cubierta donde yace mi Capitán, frío y muerto."
("¡Oh, Capitán, mi Capitán!", poema perteneciente a "Hojas de hierba", de Walt Whitman, según la versión de Eduardo Moga para Galaxia Gutenberg en 2014.)

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