EL MENDIGO
Pobre eres, pues tanto necesitas de la alabanza ciega que cualquier boca profiera con o sin fundamento. Cerca de ti, el mendigo recoge la moneda que su vergüenza se ha ganado y alivia la ansiedad de su estómago. Mañana, él volverá a exigir el alimento, y tal vez lo obtenga, pero a ti, aunque lo consigas, no te satisfará el mismo que hoy te ha saciado.
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