dissabte, 18 de març del 2017

DESPERTAR EN EL SUEÑO

Nada más despertarme, el Sol, que nunca descansa y siempre vela, mas se desgasta, me ha recordado que el tiempo es la medida exacta de nuestro poco apego a la vida plena y mucha sumisión a un endeble hedonismo. Recomponer el mundo en un primer parpadeo, que precede a la también primera disculpa por lo no intentado el día anterior, es solamente una forma de claudicación con ínfulas pretendidamente artísticas. Hoy, tras el segundo, he querido enmendar el exceso simplificador y me he sumergido en una dicotomía sustantiva: ¿soy un augur o un loco? Sobre la mesita de noche, J. F. Martel levanta las letras de su pensamiento y como si hubiera leído el mío me objeta que "sólo el arte puede tender un puente entre nuestro espíritu y el mundo, entre nuestro cuerpo y la tierra". '¡Ay, dios!', me he exclamado ridículamente, sin apercibirme de la pía y banal oposición a la estrella de la vida. Martel, sin embargo, ha preferido ignorar mi ignorancia y regalarme una penúltima sentencia: "La lección que nos da el arte es que en las rupturas, en las grietas de la superficie aparente de las cosas se manifiestan las realidades más profundas". '¡Ay de mí!', oigo.
(Las citas pertenecen a la obra "Vindicación del Arte", de J. F. Martel, de acuerdo con la versión de Fernando Almansa para Ediciones Atalanta, 2017.)

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