dijous, 6 d’abril del 2017
RECUERDO PRIMERO DE A. T., "ENSURADO" PERO NO HUNDIDO
Oigo a los fascistas tronar allende y aquende el mar; los veo, incluso, desfilar con y sin marcialidad por las calles y las televisiones; tomar los Parlamentos para no parlamentar; esterilizar la sociedad, idiotizarla mediante la desecación de su sustancia gris y la inoculación del "iqueísmo" que justifica la ignorancia y la depravación. Y por doquier, hombres que caminan sin camino, hombres sin identidad, sin patria chica ni patria universal. A ellos me refiero ahora: hay hombres que suman exilios, desexilios y nuevos exilios y otra vez desexilios, en una circular, sempiterna marcha diaspórica. Hay hombres que no parecen hombres, sino residuos de destinos. A ellos me dirijo ahora: hay hombres con el tajo de la muerte entre los labios, que aletean y simulan volar con las palabras de un olvido siempre nuevo, pero caen y callan con el silencio de una soledad inmarcesible, fresca como una rosa en primavera. Hay hombres que amo porque sin ellos, lo dijo el poeta, no somos uno.
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