Estos políticos sin lustre que interpretan en el lugar donde el pan debe hornearse la farsa de un hambrear de cinco tenedores muestran bien a las claras cuán poco debe fiarse el futuro de sus invectivas criminales. Criminales, sí, pues reprensibles son sus alaridos o relinchos mientras el trigo se desampara en el campo. Para ellos vaya el soneto 162, de Góngora, fechado un 19 de agosto de 1623:
"INFIERE, DE LOS ACHAQUES DE LA VEJEZ, CERCANO EL FIN A QUE CATÓLICO SE ALIENTA:
En este occidental, en este, oh Licio,/ climatérico lustro de tu vida/ todo mal afirmado pie es caída,/ toda fácil caída es precipicio.// ¿Caduca el paso? Ilústrese el juicio./ Desatándose va la tierra unida;/ ¿qué prudencia, del polvo prevenida,/ la ruina aguardó del edificio?// La piel no sólo, sierpe venenosa,/ mas con la piel los años se desnuda,/ y el hombre, no. ¡Ciego discurso humano!// ¡Oh aquel dichoso, que la ponderosa/ porción depuesta en una piedra muda,/ la leve da al zafiro soberano!"
Cap comentari:
Publica un comentari a l'entrada