dijous, 18 d’agost del 2016

LA MADRUGÁ

Pasa una liviana Andalucía las 'madrugás' como puede, que es lavando el negro de la noche en la pila del folclorismo. El asesinato del Cristo negocia carteles de ufanía flamenca o taurina para cuando la gloria dominical quiera -que siempre quiere-, y el del poeta en absoluto maldito entretiene a lectores timoratos, sobrina-de-poeta y enterradores-desenterradores sin ganas de darle a la cigüeña de la memoria, la de verdad, la de los versos fuertes y sarmentosos que, sin cataplasmas, soportan el dolor de ser humanos como auténticas reliquias no buscadas. No hay tragedia en la derrota triunfal del Mesías ni en la del poeta. Hay poesía y nebulosas, hay representación y pasos de pasión, hay canción y llanto en la clave que marca el alcohol. 'Madrugás' de fiesta y de... ¿redención de la paz? Las 'madrugás', en una Andalucía de calles estrechas y real de ferias o irreales congojas, llevan la tragedia "en lo arto", por montera, a la espera de que el más pintado decida en cualquier palco si la sangre de la justicia ha de llegar al río o si, por el contrario, se abraza la nueva fe del presentismo liberador. Llegad, traidores y negadores; venid al calvario; callad en esotra parte, donde el azul mahón y las trinchas acompañan las pistolas bajo la gomina. No os detengáis, cenadores y burladores, falsos amigos; avanzad en procesión, negread hasta la luz encubridora de cobardías. Y luego soñad con el nuevo día. Canta, mi Lole: "Al amanecer,/ al amanecer,/ con un beso blanco/ yo te desperté".

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