dimarts, 2 d’agost del 2016

POR RECORDAR, ADMITO UN SUEÑO QUE NO TUVE

En el mundo desechable este ya, los renuevos fulgen y por un momento lo que licenciado está licencia tiene para engalgar la joven liebre que mientras se piensa y se piense la carrera de la vida emprende. En tanto, cubre la distancia con el credo en la boca la que va a perder su empeño, pero la tal vida invierte sin inversión de suertes. Poetas "amadores" y "lokos", poetas; brotes de estío, brotes; pimpollos de "bocarrama" forte cantan, cantan y verdean, verdean, verdean. Yo los vi y los veo, "y los veré", diré mañana, su mañana, mi mañana, ese mañana que ellos declinan cada vez que de la piedra de la palabra el ánima perfilan. Renuevo, galgo y liebre en el mismo brollador se embeben de conocimiento, pero sin detenerse, pues recelan, pese a todo. Y más si aquel Agustín G. C., tan solemne, tan en él mismo ausente, les recuerda: "Mas héte que tú vinieste y me dixieste/ "Tómalo, no temas, ea, ea. Vives en sinsaber/ que vives: pues ábrelos los ollos, y mira:/ muerte lo llamaréis al saber de la vida, oh yeah..."
(Dedicado a Fran Amador Luna y Juan Trigo, Koko Loko, a quienes no conozco personalmente, pero que empiezo a conocer en sus escritos, para mi suerte, y con la promesa de no insistir más de lo necesario en lo que puede tomarse por fatua adulación. El fragmento destacado al final pertenece al poema LXIX, "Oración al salir de un peligro de muerte", de "Canciones y soliloquios", del sabio Agustín García Calvo, solo muerto de carnes, solo muerto para los que no lo han visto, ni lo quieren ver, pues se puede, en su huerto.)

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