dijous, 17 de novembre del 2016

BORGES, SIEMPRE BORGES. INFARTADA LA NOCHE, ESCRIBE EN LA CALLE PORQUE LA LUZ SE HAGA Y EL CUERPO SE LEVANTE ANTES DE QUE AMANEZCA. VIENE BORGES COMO UN ORTO Y YA SE COLUMBRAN, EN EL SUR TAMBIÉN, LAS LABORES DE ALGÚN CONDUCTOR DE LUZ, EN ORTO A SU VEZ SUBIDO, INTERNÁNDOSE EN CIERTA DERROTADA NOCHE O DESHABITADA LATITUD INAPTA PARA LOS HOMBRES CIEGOS DE MANOS Y HECHURAS

"Por el deceso de alguien/ -misterio cuyo vacante nombre poseo y cuya realidad no abarcamos-/ hay hasta el alba una casa abierta en el Sur,/ una ignorada casa que no estoy destinado a rever,/ pero que me espera esta noche/ con desvelada luz en las altas horas del sueño,/ demacrada de malas noches, distinta,/ minuciosa realidad.// A su vigilia gravitada en muerte camino/ por las calles elementales como recuerdos,/ por el tiempo abundante de la noche,/ sin más oíble vida/ que los vagos hombres de barrio junto al apagado almacén/ y algún silbido solo en el mundo.// Lento el andar, en la posesión de la espera,/ llego a la cuadra y a la casa y a la sincera puerta que busco/ y me reciben hombres obligados a gravedad/ que participaron de los años de mis mayores,/ y nivelamos destinos en una pieza habilitada que mira al patio/ -patio que está bajo el poder y en la integridad de la noche-/ y decimos, porque la realidad es mayor, cosas indiferentes/ y somos desganados y argentinos en el espejo/ y el mate compartido mide horas vanas.// Me conmueven las menudas sabidurías/ que en todo fallecimiento se pierden/ -hábito de unos libros, de una llave, de un cuerpo entre los otros-./ Yo sé que todo privilegio, aunque oscuro, es de linaje de milagro/ y mucho lo es de participar en esta vigilia,/ reunida alrededor de lo que no se sabe: del muerto,/ reunida para acompañar y guardar su primera noche en la muerte.// (El velorio gasta las caras;/ los ojos se nos están muriendo en lo alto como Jesús.)// ¿Y el muerto, el increíble?/ Su realidad está bajo las flores diferentes de él/ y su mortal hospitalidad nos dará/ un recuerdo más para el tiempo/ y sentenciosas calles del Sur para merecerlas despacio/ y brisa oscura sobre la frente que vuelve/ y la noche que de la mayor congoja nos libra:/ la prolijidad de lo real."
[El poema "La noche que en el Sur lo velaron", dedicado a Letizia Álvarez de Toledo, pertenece al tempranero libro "Cuaderno San Martín" (1929), de Jorge Luis Borges, poeta, por supuesto, afincado exclusivamente en la patria de quien lee.]

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