dijous, 15 de novembre del 2018

LA PRESUNCIÓN DE LA PRESUNCIÓN

El mundo de la corrección -que no es otro que el de la incorrección corregida sobre la marcha y a tenor de los intereses particulares- tiene en el adjetivo "presunto" el limpiador adecuado contra las falacias que produce. Por supuesto, se trata de un mundo transversal que alcanza a todos los órdenes de la vida, pero especialmente a aquellos que se desarrollan en el ámbito de lo público. Hasta su generalización, primero se cometía el yerro y a continuación se rectificaba con la misma rotundidad: tesis y antítesis se sucedían en pie de igualdad y con las mismas ínfulas de veracidad. Sin embargo, la sibilina acción política ha impuesto la práctica del todo o nada por la vía del digo sin decir o sin decir diré que no dije o que lo dije por decir pero sin querer y por ello solté la fórmula del "presunto" o del "supuesto". En efecto, no hay nada más efectivo que proferir en el mismo instante la falsedad y su creativo reconocimiento -que no disculpa o a lo sumo inane excusa. Mientras se logra el objetivo de decir lo que se piensa y que todos lo sepan, la fórmula exculpatoria se erige en el mejor aval para futuras defecciones. Es algo así como un modernísimo "a río revuelto" en que puede hacerse realidad lo que Teresa de Ávila le decía en su fuero interno al dios que le quemaba tan íntimamente: "vivo sin vivir en mí". Parafraseando: miento sin mentirme a mí y tú ya sabes de lo que hablo pero quedamos tan amigos como queramos. Ayer, un político cualquiera hablaba a una sumisa audiencia de un"'supuesto' pueblo catalán". Claro, los que a ese supuesto pueblo pertenecemos vivimos desde hace unas horas en la duda de lo apócrifo, y no sabemos si somos una entelequia, una injuria o una expansión vespertina de una mente huera o por hacer, y dudamos si nos alcanzará a tiempo el susodicho remiendo del "presunto" o el "supuesto". Supuestamente, pues, me daré por aludido pero al "presunto" idiota me costará verlo como a un idiota cierto, aunque presumo que no tardaré en vomitar algún "supuesto" ditirambo que no lo hará más tonto ni engreído pero sí dejará más claro a quien leyere que no es ni lo uno ni lo otro, siendo lo uno y lo otro a la sazón... supuestamente.

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