EL EMBUTIDO
Rajoy visita un secadero de jamones y sonríe sin parar. Lo mismo le daría que fuera de chorizos. Y no tanto por las gallegadas de que tanto gusta hacer gala cuanto por el españolísimo juego de las disyuntivas: galgos o podencos, churras o merinas, moros o cristianos, azules o rojos, robadores o robados.
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