dimecres, 7 de setembre del 2016

LOS LIMONES OFRECIDOS

Nos alumbra con limones nuestra querida amiga Inmaculada Jiménez Gamero para que veamos con ojos, sin importar de quién ni cómo. De otro modo, un poeta que a ella le gusta especialmente en el juego del limón con Josefina Manresa exprimió las esencias del amor y de la vida e hizo que trocasen su sustancia los sabores que en una somera apreciación amigos no parecen. Veamos, pues quiere:
"Me tiraste un limón, y tan amargo,/ con una mano cálida y tan pura,/ que no menoscabó su arquitectura/ y probé su amargura, sin embargo.// Con el golpe amarillo, de un letargo/ pasó a una desvelada calentura/ mi sangre, que sintió la mordedura/ de una punta de seno duro y largo.// Pero al mirarte y verte la sonrisa/ que te produjo el limonado hecho,/ a mi torpe malicia tan ajena,// se me durmió la sangre en la camisa,/ y se volvió el poroso y áureo pecho/ una picuda y deslumbrante pena."
(Poema 23 de "El silbo vulnerado. 1934-1935", de Miguel Hernández, más Gilabert, como su madre, silenciada siempre, de forma incomprensible, teniendo en cuenta sobre todo que el poeta oriolano ha celebrado como pocos a la mujer.)

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