dijous, 23 de febrer del 2017
EL 23-F Y RONALDO
El homúnculo que empuñaba un arma con que amenazaba la libertad simbolizada en el hemiciclo del Congreso sabía que la contumacia guiaba sus pasos. El futbolista derrotado por su ruidoso triunfo que lanza una y otra vez las faltas de su equipo sabe que la contumacia de su cabeza entorpece la acción de sus pies. Aquel insurgente y este engreído balompédico son la medida de sendas sociedades anónimas -y, por tanto, de las que no es necesario no querer acordarse de su nombre. Como en el cuento de Andersen, los ciudadanos de ayer y de hoy, en la calle o en los estadios de fútbol, crean hologramas con que sustituir la realidad por... la pesadilla. El sueño, sin embargo, queda, no para los hombres despiertos, sino para los dormidos. A los lobos los hacen los corderos.
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