"El Estado no es «dueño» del aire, el agua, los terrenos públicos, las zonas costeras o la fauna y flora salvajes, y no puede hacer con ellos a su antojo. Está autorizado para actuar exclusivamente como agente administrativo y fiduciario del pueblo y, conforme a la doctrina de la confianza pública, no puede ceder ni permitir la destrucción de dichos recursos."
(Fragmento de "Pensar desde los comunes. Una breve introducción", de David Bollier, según traducción de Guerrilla Translation.)
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