LA DISCRECIÓN
Se reserva el agudo biempensante un espacio público para evacuar su sensatez y uno privado donde abocar el desafuero desatado al dictado de sus bajos instintos. No sabe en qué lugar quedarse, con quién sentarse a qué mesa a comer qué alimentos que no le produzcan contradictorias reacciones en su solo tubo digestivo. ¡Dios!, exclamo en falsa afección, los inodoros de última generación llevan el marchamo de confesonarios convencionales pero son interconfesionales.
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