En diciembre de 21012, Carlos París escribía el prólogo a la segunda edición de su "Ética radical. Los abismos de la actual civilización". Tanto el contenido de la misma como el propio libro bien podían firmarse hoy (y ojalá que hiciera el ya fallecido autor), como es fácil deducir del siguiente botón de muestra: "En nuestro país estamos asistiendo a una nueva forma de emigración. No es la que conocimos en los años cincuenta y sesenta del siglo XX de los trabajadores proletarios cuyos brazos sirvieron al desarrollo de países entonces fuertemente industrializados. Ahora es la emigración de científicos y técnicos superiores que amenaza con la 'despoblación cerebral' de España. Pero no desesperemos por la pérdida de puestos de trabajo. Crece la demanda de mayordomos y primeras doncellas, de aistentes encargados de satisfacer los gustos y caprichos de poderosos turistas que llegan a nuestras tierras. Y es que las diferencias entre las clases sociales y la explotación se agudizan en lo que la terminología dominante designa eufemísticamente como 'dualización' de la sociedad".
Pero, señores de la derecha española (incluyo al grueso del PSOE, por supuesto), ya pueden seguir jugando al despiste del amor infinito a la bandera y a las señas de identidad del país armado con yugo y flechas cinco siglos atrás. La soberanía nacional, claro, está depositada en los sótanos de los bancos, nación que no otorga derecho de ciudadanía más que a unos cuantos.
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