dilluns, 11 de setembre del 2017

RUPTURAS

Quienes creen que en Cataluña las familias se fracturan por la política se equivovan maliciosamente. Las familias rotas sólo buscan excusas para ser exoneradas por sus precarias conciencias. Durante la Guerra Civil española, muchos individuos, so capa del disenso ideológico que abocó en el enfrentamiento bélico, aprovecharon la coyuntura para conseguir expoliar al vecino, "robarle" a su mujer o a su hija, como si de objetos se tratase, asesinarle por pura envidia, vejarle, encarcelarle, expatriarle... Después, ya sabemos, vino la paz, la de los cementerios, la de la ausencia, la del miedo, la censura, la autocensura... Los herederos de esos mismos hoy vuelven a los eslóganes funestos y alienantes de entonces. La "cuestión catalana" de que ya hablaba hace casi cien años Josep Pla está servida en la mesa como plato fuerte de quienes han metido la mano en la caja de las pensiones, han robado el dinero de los propietarios de la soberanía nacional para dárselo a las entidades bancarias, han engrosado los fondos ocultos de los bancos de Suiza y cualesquiera otras partes neutrales del mundo civilizado, han arrasado con cuanto disidente en cualesquiera ideas o sueños se les ha cruzado en su camino. No, no se rompe en la calle lo que ya está roto en casa. No se conduce como un incendiario, un criminal o un asesino nadie que no lo sea.

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