dijous, 3 de maig del 2018

EL VERDE MAYO

Escribía Miguel Hernández en su 'Romancillo de mayo': "Por fin trajo el verde mayo/ correhuelas y albahacas/ a la entrada de la aldea/ y al umbral de las ventanas." Con ser mucho, imagina el simple que es poco que la vida se abra paso con esa feracidad que los benéficos vientos de marzo y las buenas lluvias de abril confieren al mes de la florecida. Es la vida, sin más. Es la vida, que nace y crece sin haber muerto; que mengua y muere sin morir ni buscar en el alejamiento otra cosa que el poder de la reanimación para quienes imaginación siembran. Nada a la vida escapa, ni siquiera esa muerte fingidora y aparatosa que se vuelve del estéril confín con un sinfín de renuevos verdecidos sabios de savia. Por fin trajo el verde mayo las promesas de los oros, hacedores de las frescas sombras donde celebrar la potencia de las cosas, la alegría de la fugacidad, su evanescente victoria.

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