dimarts, 29 de maig del 2018

LEJOS DE COLLIURE, SIEMPRE CERCA EN EL TIEMPO

Sé que espera paciente, el muerto, quizá porque no está muerto: su tiempo es mi tiempo. La impaciencia es mía: su muerte, sin embargo, no es sólo suya, pero tampoco mía del todo. La compartimos paciente e impacientemente: yo la velo fuera, él la lleva dentro. Espera el muerto en su muerte viva y floreada a resguardo de un mar que no es azul como su cielo de la mañana última, que fue la primera, pero tampoco es negro ese mar batiente. Es mar sin fondo, puro espejo que no espeja groserías ni espeja afanes de renovación; es mar sin mar, como no es tierra que cubre apenas un nombre ya sin cuerpo, cuya imagen se yergue imaginaria en los ojos vivos de quienes impacientes la paciencia admiran de quien todo lo puede desde su inane recuerdo.

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