dissabte, 3 de febrer del 2018

EL PESO DE LA HISTORIA

Compruebo con tristeza y alguna prevención -ojalá fuera suspicacia- cómo una persona joven de mi entorno se enfada cada vez que alguien menciona los estragos del franquismo o critica la institución de la monarquía, pero sobre todo a su actual representante español, el ya cincuentón, y muy espigado y barbado, Felipe de Borbón y Grecia (Felipe Juan Pablo Alfonso de Todos los Santos), Felipe VI, alias con el que, dicen, trabaja para todos los españoles en la Jefatura del Estado. La persona en cuestión, una mujer nacida después de la muerte del dictador Franco, de escasa cultura, víctima del maltrato paterno y de escasísima presencia de ánimo, reacciona de forma indefectible con un mohín de desaprobación cuando se menciona lo que es obvio con respecto a la pasada e infausta dictadura del sanguinario gallego. A tenor de su falta de conocimientos históricos y de su demostrada impericia intelectual, la actitud de esta votante de Ciudadanos, antigua electora del P.P., me hace pensar que la resurrección del involucionismo es un hecho que viene de la mano de la ignorancia en la que está sumida nuestra sociedad, pese a estar equipada con los mejores medios educativos de la historia de España. Sin embargo, no puedo ver en ello una situación fortuita, sino el resultado de una política de banalización y atontamiento que la superestructura lleva perfeccionando desde que el pensamiento libre o sin control amenaza con subvertir los amansadores órdenes religioso, militar y sacro-constitucional.

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