dissabte, 10 de febrer del 2018

LO QUE PARECE

¡Qué rigor es distinguir de entre lo que se ve lo que seguramente está pero ni rastro aparente hay de ello! A seducir letras me pongo de quienes un código similar en la superficie al mío emplean para decir lo que sólo con la clave propia puede descifrarse. Tan ajena mente idea lo que no entiendo, que debo dar por cierto que ni yo mismo he de ser comprendido por mi propio entendimiento, pues también ajeno es de esa que escucha o lee o mira. Así pues, y en comunicación inexorable de ajenidades, se cruzan mi identidad y mi cordura con las de quienes en fuga están de sus respectivas cavernas. Quia, sin embargo: ¡ni se saludan! A lo que parece, lo que parece perece en cuanto que mirado, y, si no nos pertrechamos de recogeluces, ni vemos ni deducimos ni aparecemos en el obituario de razonadores ni en el registro de los neodesrrazonados. Sea, entonces, el concierto de babel, cuya música adereza el desconcierto que tanto gusta a quienes ni por mientes dedican un segundo al tostón de los significados, de los significantes, de lo pensado, de lo pensante. Porque da lo mismo que lo mismo da, si conmutamos el yo por el tú, mi pensamiento por el tuyo.

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