dissabte, 17 de febrer del 2018

REIVINDICACIÓN DE UN POETA

"Se despiertan todos de su letargo./ Y ven esa magnífica antorcha de fuego/ que se eleva hasta el cielo./ ¿Dónde está Dios, que no baja a protegerlos?/ se preguntan algunos./ Pero Dios no baja./ Los tanques, los fusiles, disparan hacia/ los muros. Pero son muros de prisión,/ hechos para que nada los abata./ Los muros son firmes,/ y el fuego, en el interior, es firme./ Los soldados acaban por tirar fusiles/ y tanques/ abandonan el brasero a su propia suerte,/ y se van a sus casas./ Acompañan a los aletargados/ que, ya despiertos,/ regresan también a sus casas./ Un pájaro insólito/ en el aire abrasado/ canta./ Una canción antigua/ olvidada/ que poco a poco todos recuerdan/ y que todos cantan./ Una sola palabra/ República/ parece despertar en todas las bocas y/ en todos los recuerdos./ Qué alegría,/ piensan ellos,/ saber finalmente que estábamos llorando/ un cadáver que nunca existió,/ el cadáver de algo que siempre ha estado vivo./ Y a partir de ese momento comienzan todos/ aletargados y soldados,/ -hombres todos al fin despiertos-/ a hacer planes/ a pensar en mañana./ Porque esa palabra, mañana,/ estaba también viva./ Dejémosles, pues, hablar de la vida./ Es el más hermoso sujeto/ de conversación/ Que pueden tener los hombres entre ellos."
(Poema que cierra "María República", una de las novelas más extraordinarias que he leído en los últimos años, por lo terrible de los hechos relatados y la crudeza con que está escrita. Agustín Gómez Arcos era un novelista, poeta y dramaturgo español que hubo de marchar a Francia y cambiar de idioma para escribir -o que se publicara cuanto escribiera- en libertad. El poema transcrito lo compuso en Atenas el 16 de agosto de 1975.)

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