diumenge, 11 de març del 2018

EL ODIO

El discurso de Federico Jiménez Losantos acerca de cualquier cosa es conocido: es una pura diatriba. Arremete contra todo y todos. Quisiera pensar que es un quídam con carencias, pero, puesto que no lo sé, sí puedo asegurar que es un rehén del odio. Quien llama a las manifestantes del pasado 8 de marzo "polemitarras", "tiorras", "femicomunistas", "feminazis" o "rebaño islamista" no es ni tan siquiera un hombre, es un holograma humanoide. Tal ente fue en su día militante del Partido Comunista de España. Su viaje hasta el hediondo acratismo que le caracteriza desde hace unos años ha debido de ser muy penoso; la soledad al otro lado de la pecera de la Iglesia y de la que le sucedió hasta la actualidad, muy espesa. Pobre Federico. Este victimario es víctima de sí mismo. Oh, Dios, Federico, oh Dio. O dio mal tu padre, o dio mal la comadrona que asistió a tu madre: no te dieron en el culo, sino en la cabeza, Federico. Oh, Federico, Federico, ¡cómo está la mar de olas ocultas! Un logopeda también se enrolaría en algún "Pequod" cualquiera para ayudarte a pronunciar de mejor manera la palabra que te arde en la sesera: odio, Federico, O-D-I-O.

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