dijous, 22 de març del 2018
LOS MIGUELES, FRANCIA Y SU MITO
Un documental sobre la vida de Miguel de Unamuno daba cuenta, entre tantas otras circunstancias, del tiempo en que el exrector de la Universidad de Salamanca, que regresaba de su exilio francés, se cruzaba en la frontera con quien fuera la causa de su destierro, el dictador Miguel Primo de Rivera, quien acababa de dimitir obligado tanto por la pérdida de confianza del ejército que lo encumbró como por su precaria salud. Un hombre de letras y pensamiento y uno de armas y orden cerrado y obediencia debida eran acogidos sucesivamente por un país admirado desde el Siglo de las luces por su liberalidad y por reconocérsele la paternidad del Estado moderno, entre tantas grandes contribuciones a la humanidad. Antes y después de los Migueles españoles, el país vecino ha acogido por igual -oh, extraña igualdad- a víctimas y victimarios de toda laya procedentes de cualquier latitud planetaria. Se ha dado incluso la coincidencia que los unos y los otros han casi cohabitado hasta con algo parecido a una naturalidad que da la conciencia de que la libertad en tierra extraña no atiende a razones, sino a derechos universales. Pensamientos de derechas y de izquierdas: dictadores, asesinos con y sin cuento doctrinario, negreros, narcotraficantes, ladrones, fraudulentos especuladores en sus países han encontrado siempre refugio en la omnicomprensiva Francia. Poetas, escritores, pensadores, artistas, deportistas con cabeza además de músculo, mujeres... Francia se ha erigido en la patria adoptiva de todos cuantos han buscado la libertad. Se imponen dos sencillas preguntas: ¿qué es Francia?, ¿qué, la libertad?
Subscriure's a:
Comentaris del missatge (Atom)
Cap comentari:
Publica un comentari a l'entrada