dilluns, 19 de juny del 2017
EL DESESPERADO
Leo diariamente cuanto escribe en su muro un hombre en quien percibo, sin dudarlo, una rica polimatía. Ora la poesía, ora la filosofía o cualquier manifestación artística, social o política son objeto de su interés, el mismo que en nosotros despierta. Lógicamente, cada aportación de este hombre es seguida por numerosos lectores, muchos de los cuales escriben a la sazón, lo que da al conjunto un aire de tertulia, cuando no de academia, que siempre incluye y jamás excluye. Desde hace un tiempo, observo con cautela los comentarios de alguien que con el pasar de los días y de los temas tratados ha acabado por erigirse en, además de la respectiva parte que a todos nos toca, arte central de cada cuestión. Como es lógico, no doy nombres para no indisponer al acogedor sabio ni dar mayor pábulo al recalcitrante interviniente que, alejándose de cuanto se intercambia, nos ofrece, sin haberlo demandado, todo el bagaje aforístico que debe de almacenar en su casa. Que no se impone el conocimiento, es algo que debe de desconocer tan contumaz impositor. El conocimiento se abre paso entre la maleza como el aire o el agua lo hacen cuando derrotan. Al final, el río es río porque toda el agua recoge, así como el mar, lejos de ser remanso, es el mirador de un horizonte enigmático que sólo el aire atalaya. Aire y mar y mar y aire naturalmente componen no sólo el marco, sino hasta el enredo de esta nuestra humana comedia. Al sabio, lo que es del sabio; y al otro, las migajas que este deja.
Subscriure's a:
Comentaris del missatge (Atom)
Cap comentari:
Publica un comentari a l'entrada