dimarts, 20 de juny del 2017

LOS EQUIDISTANTES

Se conmemoraba ayer el trigésimo aniversario del atentado en "Hipercor" de Barcelona. Al acto, por supuesto, no fueron ni Rajoy ni Sáenz de Santamaría, ni el mismo rey, claro está. Los muertos afilan las lenguas en las tribunas gratas, pero no dan para más, y menos cuando la carne del enemigo blandea. Pero no es sólo eso. Cuando hoy se habla de los asesinatos de ETA, es imposible no constatar que afortunadamente la organización terrorista ha dejado de matar, lo cual escuece en las filas ultraderechistas del Partido Popular mucho más que duele la tragedia de las víctimas y de sus familiares. El ministro del Interior, Juan Ignacio Zoido, rechazaba de plano lo que considera una actitud equidistante de los gobernantes catalanes (y vascos, cuando conviene decirlo) al referirse a quienes sufren la violencia sin distinguir su procedencia -pues no debe olvidarse que el Estado también ha sido victimario. El miembro del Gobierno de Rajoy no ignora, ni los votantes de la formación política reaccionaria, que el PP fue fundado por un ministro del general Franco, un dictador asesino en masa, conocido de Hitler, Mussolini, Salazar y cuantos negadores de la libertad en el mundo -el de su tiempo- han sido. Para distraer a los de suyo despistados y a quienes se han convertido al veganismo en una suerte de turno de oficio selectivo, el PP ha convertido los recuerdos privados en espectáculo público, ha confundido causas y efectos, ha transformado al partido en una secta y al destino (universal) del país en lo mismo que las tres grandes religiones monoteístas, razón única, orden de inexcusable cumplimiento. ¿A quién interesa reconocer que los equidistantes no moralizan y que los muertos muertos son -y están- y que de lo que se trata es de que no haya más muertos?

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