dilluns, 30 d’abril del 2018

LA DISCREPANCIA

Es cada vez menos habitual que dos personas opinen a sensu contrario sin que ello las impela de forma ineludible al enfrentamiento personal. Nos permitimos hacer gala de nuestra amplitud de miras y anchura para la comprensión del Otro, pero siempre, claro, en cuestiones menores o de índole ajena a nuestros intereses o, más aún, mientras no afecte a la alta estima en que nos tenemos. ¡Cuánto perdonamos la vida! ¡Cuán gravoso es admitir la inepcia en los demás y qué denodado el esfuerzo para enajenarnos de ellos! La discrepancia no es un cuento chino: es un cuento maligno cuya metástasis comienza en la nacencia, y, pausa, error o espejismo azaroso mediante, acaba en la inocencia de la muerte, que todo lo comprende y asume.

Cap comentari:

Publica un comentari a l'entrada