dissabte, 28 d’abril del 2018
¿RESPETO O SUMISIÓN?
De forma casi unánime, los miembros de la judicatura han cerrado filas tras la sentencia del caso de "La manada". Hombres y mujeres de la llamada administración de justicia española consideran que el dictamen se ajusta a derecho, y como mucho, algunos atrevidos, pero sin asomo de disidencia, opinan que las interpretaciones de esto o de aquello... Hombres y mujeres, repito. También hombres y mujeres de los diferentes gobiernos que en España son coinciden en que quizá podría haberse visto así o asá, o..., pero que las decisiones judiciales han de respetarse por encima de cualquier cosa. Y en estas estamos: ellos se equivocan una y otra vez y nosotros hemos de echar cabeza una vez y otra para no perder..., ¿para no perder qué? Si lo que decimos no importa, o si importa, se penaliza; si lo que oímos debe cruzar la cabeza de lado a lado sin pasar por el cerebro; si lo que nos hacen queda disculpado por el interés superior de la convivencia y el respeto a la instituciones que la facilitan; si confundimos los efectos del sexo con los discutibles placer y doloroso forzamiento; si somos, sin permiso de la autoridad, en vez de contentarnos con no ser, como el ganado inadvertido; si nuestro "si" nada puede condicionar, ¿respetar es una opción que nace del entendimiento o es la clave que permite sobrellevar el yugo sin mucho advertimiento propio ni disgusto de la incontestable doctrina? ¿Quién gobierna en España? ¿El legislador y el interpretador de la ley no son el mismo? ¿Para qué sirve un jurado popular? O mejor, ¿para "condenar" a quién? Lo real está por juzgarse, lo real, lo real. Real, real, real.
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