divendres, 20 d’abril del 2018
LA DISOLUCIÓN Y LA DISIPACIÓN
La organización terrorista ETA acaba de comunicar que va a proceder a su disolución dentro de dos semanas. Casi sesenta años después de su creación, y perdidas hace décadas las conexiones con la razón y la realidad, la devenida banda de pistoleros no solamente dice adiós a las armas, sino que pone fin a su existencia. La noticia tantos años anhelada por las gentes de paz, que son la mayoría, no parece haber probado bien a los miembros del actual gobierno español. El ministro de Interior, Juan Ignacio Zoido, ha declarado inmediatamente después del anuncio de ETA que ésta no va a conseguir nada con tal acción: esto es, que no va a imponer su versión de los hechos, su relato. Zoido, que hace pocos días ha cantado sin pudor, ante un paso de Semana Santa del cuerpo armado conocido popularmente como La Legión, que es novio de la muerte, parece seguir prolongando su duelo y luto indumentarios. Es imposible sustraerse a la idea de que el PP es la punta viva de ese iceberg de autoritarismo que mantiene firme el gobernalle de una España que pide a alaridos, o mejor, a aullidos de lobo ibérico, que alguien se siente a pensar en los demás, que es la mejor forma de respetarse a sí mismo y respetar al Otro. La disolución de ETA descubre hoy, por si no nos habíamos querido enterar, la disipación de ese hatajo de políticos depravados que se han apropiado de lo que dicen querer para acabar con él. Algo así como el dicho lamentablemente popular "la maté porque era mía". Lo dicho: la disolución y la disipación.
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