dimarts, 29 d’agost del 2017

ABANDONO EL ALTAR DE LAS AUSENCIAS

"Cuando el mundo se convirtió en el mundo/ la luz brillaba como de costumbre/ sobre un reloj indiferente,/ el aire estaba lleno de comienzos/ y mil veces en mil calles distintas/ alguien se tropezaba en una piedra/ y esa piedra le abría los ojos;/ fue la ocasión que todos esperábamos/ para tomar las mismas decisiones,/ besar de nuevo el mismo suelo,/ decir los hasta luego de anteayer;/ y el rostro amado y rutinario/ que fingía escuchar/ o brindaba una mano distraída/ volvió a apartarse antes de tiempo./ Detrás de las ventanas crecía la penumbra,/ una gaviota hurgaba en la basura/ y los niños jugaban casi a ciegas/ ignorando los gritos de sus madres./ Era un día cualquiera bajo el cielo,/ con su ruido de fondo en nuestras venas/ y el hollín de la noche borrando cercanías./ Quien guardó una moneda en su bolsillo/ no fue más rico a la mañana./ Nada ocurrió que pueda recordarse,/ ninguno de nosotros se dio cuenta/ cuando el mundo se convirtió en el mundo".
(Pero la certeza de que nada es digno de recuerdo nos llega con los ojos abiertos, incluso como los del muerto Blas de Otero del poeta bilbaíno. El poema "Entonces", de Jordi Doce, abre las puertas del libro "No estábamos allí", la resonancia de cuyo primer significado nos lleva en estos días, ineludiblemente, a un lugar de Las Ramblas que nunca abandonará nuestra memoria.)

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