DE LOS NOMBRES
Tantos meses pensando, negociando con la pareja el nombre del hijo, para al final llamarle "cariño", "tú", "oye" o simplemente "el niño", y además tenerle poco afecto, no hablarle, ignorarle, incluso, y desear su rápida maduración para ser molestado lo menos posible y abrirle la puerta a la emancipación como quien espera entrar en el Paraíso.
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