divendres, 4 d’agost del 2017

ANTONIO TELLO, EL POETA (II)

Nos salió Borges por los bolsillos, o tal vez lo encontramos entre las servilletas de aquella mesa a la que nos sentamos con urgencia para ser, ser, ser con notable carne y perfume de poesía o de miradas o de querencias o de cariños sedimentados durante años, miles de años, miles de vidas que contienen las simples vidas en que consistimos. Nos salió el preclaro vestido de oscuridad conocida, y le robamos el bastón a ese Tiresias divino por humano. Ahora que te hallarás confundido en el río de cuerpos de un aeropuerto cualquiera, te lanzo el báculo de don Jorge Luis, don Antonio Eduardo. Ahí va:
"María Kodama lo descubrió. Pese a su autoridad y a su firmeza,/ es curiosamente liviano. Quienes lo ven lo advierten;/ quienes lo advierten lo recuerdan./ Lo miro. Siento que es una parte de aquel imperio, infinito en/ el tiempo, que erigió su muralla para construir un recinto mágico./ Lo miro. Pienso en aquel Chuang Tzu que soñó que era una mari-/ posa y que no sabía al despertar si era un hombre que había/ soñado ser una mariposa o una mariposa que ahora soñaba/ ser un hombre./ Lo miro. Pienso en el artesano que trabajó el bambú y lo dobló/ para que mi mano derecha pudiera calzar bien en el puño./ No sé si vive aún o si ha muerto./ No sé si es taoísta o budista o si interroga el libro de los sesenta y/ cuatro hexagramas./ No nos veremos nunca./ Está perdido entre novecientos treinta millones./ Algo, sin embargo, nos ata./ No es imposible que Alguien haya premeditado este vínculo./ No es imposible que el universo necesite este vínculo."
(El poema "El bastón de laca" pertenece al libro "La cifra", que Jorge Luis Borges publicara en 1981.)

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