divendres, 6 de juliol del 2018

LIBERACIÓN

En el barrio estamos de enhorabuena: una vecina ha domiciliado en su piso a un perro ladrador que ha acallado a los canes de las inmediaciones. La confusión en que los nada cervantinos coloquios de los chuchos nos tenían sumidos ha terminado. A partir de ahora, el ladrido único se impone como lenitivo y guía espiritual. No obstante, hay quien cree que Félix María, que así llaman al animal, es, además de redundante y gritón, un poco anticuado en sus formas y rancio en sus contenidos. Pero son los menos quienes sustentan tal opinión. Félix María tiene un innegable espíritu de pregonero y cuenta, ora, prega dictados en el aire, en los oídos, en los sueños, en las pesadillas de las gentes con la mejor voluntad. No es un fabulador, pese al equívoco a que mueve su compuesto patronímico. Félix María es un sanador de tonterías: ya nadie recuerda en qué se entretiene la mente antes y después de los ladridos sabios del perro de la vecina. Guau, guau, guau, Félix María, morituri te salutant.

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