dimecres, 18 de juliol del 2018
TENTETIESO
Parece ser que el proceso de sustitución de hombres por tentetiesos es un hecho. A medio camino entre el inicial elemento y el producto final, nos encontramos con la figurilla del ciudadano, que ha sido dotada de un mecanismo que lo convierte en protestón; sin autonomía, pero protestón, que es de lo que se trata: que todo parezca aunque no sea. Ocupa, la ridícula persona, los espacios que le son destinados a fin de completar la gigantesca maqueta con que se divierte y de la que se nutre el equipo de ingenieros en cuyo perfeccionamiento trabaja. Ora grita, ora palmea y ruega al hacedor; consume y bebe e inocula cuanto surten los laboratorios planificadores presentados con los andrajos de la ilegalidad. Recrea siempre, acompaña: la dura soledad del que dicta crea más monstruos que el goyesco sueño de la razón, y más bellos que los dieciochescos o los decimonónicos. Es el ciudadano un homúnculo encinta de mastuerzo. Bien vamos. El patadón, en busca de la diana de su trasero. Pero no le importa al tentetieso.
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