Rebotado de angustias causadas por los trajinadores de muerte, doy aquí, como discretísimo billete, un verso de deslumbrante sombra de quien no quiso, como dijo Borges, que su nombre fuera, pues el ser del mismo apenas para valedor alcanzase de una satisfactoria vida.
"¡Oh muerte!, ven callada/ como sueles venir en la saeta."
(Versos 182-183 de la "Epístola moral a Fabio", del develado autor, a su pesar, Andrés Fernández de Andrada.)
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