dimarts, 19 de juny del 2018
EL AFILADOR
Decía mi padre que cuando sonaba el pito del afilador la suerte de los pobres ya estaba echada. Esta mañana, el chiflo entra por la ventana como un mal agüero. Grabado y reproducido con la ayuda de altavoces instalados en el techo de una furgoneta, la melodía cansina se repite hasta perder sentido y exasperar a quien no piensa en el filo de la navaja o el cuchillo porque no tiene qué cortar con ellos. El afilador se ha modernizado, pero la razón de su presencia es la clásica: toca hurgar en el trastero de las casas a fin de encontrar con qué defenderse de la escasez, cómo renovar lo eterno, a quién contar el cuento del artesano despierto o pregonar la suerte del liberto en la tierra de la liberalidad.
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